En carta publicada por El Espectador el 23 de diciembre, Ilva Myriam Hoyos, procuradora para Infancia, Familia y Mujer, expresa su malestar por el perfil que sobre ella escribí el 8 de diciembre, como una de las celebridades que despertaron este año el interés de la opinión nacional. Se siente ella estigmatizada en su fe católica, desdeñada en sus acciones como funcionaria pública y tergiversada en sus afirmaciones. Se queja de que insinúo como suyas cosas que no dijo. En punto al aborto, sobre la eventualidad de tener que escoger entre la vida de la madre y la del feto, la viceprocuradora aboga por defender la vida de los dos. Y así lo expresa la nota. Mas ésta no la exime en forma expresa de la extendida percepción de que en aquel dilema lleva la mujer las de perder. Rendidas disculpas por la omisión involuntaria.
Acaso lo que resienta ella sobre todo sea que esta semblanza no buscara exaltar un modelo de virtudes morales sino interpretar la idea –ambivalente- que amplios sectores de opinión se han formado sobre personaje tan controversial y cuyas ejecutorias son, de suyo, objeto de escrutinio público. En particular de mujeres por miles que, en uso de su derecho al aborto terapéutico, reciben el puño de hierro de esta Procuraduría. Segunda al mando en una institución que ha sacrificado territorios del Estado de derecho a un principio religioso, aquella política segrega, por añadidura, a los no católicos.
Como a todo ciudadano, también a ella la asiste el derecho de profesar una fe. O ninguna. Pero no el de burlar el Estado laico que nos rige, desde la instancia misma llamada a preservar el ordenamiento jurídico. Empeño en hacer prevalecer la ley divina sobre la civil mediante presión política disfrazada de defecto administrativo, como lo registró con estupor el país cuando la Curia, la Procuraduría y la cofradía Provida frustraron la creación de una Clínica de la Mujer en Medellín. O mediante insubordinación contra la orden constitucional de instruir sobre derechos sexuales y reproductivos. Como se sabe, esta acción sacudió a la opinión y provocó reconvención de la Corte contra ella, figura estelar del Ministerio público.
Bienvenido el debate sereno y pacífico que la doctora Hoyos convoca. Principie la Procuraduría por equiparse de benevolencia hacia las mujeres, primeras víctimas de la violencia moral que nos asfixia.