Mientras más calidad y eficiencia prometen, peor el resultado. Hija putativa de Saludcoop-Cafesalud por operación comercial más dolosa que equívoca, Medimás ofrece el oro y el moro pero reedita, a escala de avalancha, todos los abusos de las EPS. Y las aberraciones de un modelo que, lejos de seguridad social en salud, le monta negocio a una gavilla que se embolsilla casi todos los fondos que el Estado le confía para asegurar la salud de los colombianos. Trenzados en rapiña por los cinco billones anuales del Gobierno, la EPS y sus clínicas abandonan a los pacientes o los atienden a desgana. Con 10.000 quejas ante la Procuraduría despegó en su primer mes la flamante Medimás que prometía enmendar, “ahora sí”, el drama de los seis millones de afiliados a Cafesalud. Pero éste porfía y se teje desde adentro, al calor de la Ley 100: la aseguradora mezquina, a menudo con consecuencias fatales, cuanto recibe del Estado para atender a los pacientes; y el hospital factura con uña larga para amarrar utilidades desproporcionadas.
En el viejo modelo de integración vertical entre EPS y hospitales, aquella asegura el lucro por dos caminos: Primero, le atraviesa al afiliado un mar de trabas para acceder al servicio, y gasta lo menos; segundo, les impone a los hospitales tarifas prohibitivas y, a la hora de pagarles, se duerme. En el caso de Medimás, explica Mario Hernández, no obra integración vertical entre EPS y hospitales, sino horizontal. No puede aquí la aseguradora prevalecer sobre las prestadoras de salud, y la rebatiña entre empresarios se encarniza, cada uno queriendo ganar más que el otro. Y los pacientes ahí. Podrán suplicar durante meses una cirugía impostergable; velar días y noches en urgencias; o fallecer en el rebote de una EPS a otra, vía paseo de la muerte. Si no como “paseo” de un enfermo, el desplazamiento en masa de una entidad a otra amenaza al sistema todo de salud. Cientos de pacientes acuden cada día a otra EPS y, si ellas aceptan el ingreso de 50.000 enfermos crónicos de Medimás, el sistema colapsa.
Ya la venta de Cafesalud extremaba la concentración del servicio en una EPS y legalizaba su integración total con 180 clínicas propias para que aquella las financiara con el dinero de todos. No faltó en la operación la venia del Ministro que corrió a prestarle, porque sí, $200.000 millones a una entidad en quiebra. Nada nuevo: cuando el Gobierno intervino a Saludcoop no fue para sancionarla ni para obligarla a pagar los $1.4 billones públicos que ocultaba en sus arcas. Fue para asumir sus pasivos y entregarle los activos a Cafesalud…!que era de Saludcoop!
Mas la privatización de la salud no para allí, se le suma la corrupción de figuras del poder público que se reparten gajes y coimas con los mercaderes del sector. La de un ex gobernador Guerra Tulena, la de un parlamentario Holger Díaz, la de un procurador Ordóñez que se brinca las pruebas y lo absuelve.
Solución de fondo al caos, restablecer el principio solidario que prevaleció por décadas en Occidente desde la posguerra. Concertar el sistema de salud entre empresarios y usuarios, como responsabilidad colectiva de la sociedad bajo la dirección del Estado, escribe Hernández. Vale decir, robustecer la capacidad del poder público con instituciones capaces de administrar la prestación y los recursos del sector. Devolverle al Estado su poder de iniciativa. El propósito, implantar en Colombia un sistema de salud universal, descentralizado y actuante para todos. El mercado, remata nuestro autor, es mal consejero cuando se trata de equidad en salud, derecho fundamental autónomo que la Ley Estatutaria de 2015 consagró. Necesitamos otro sistema de salud.