Tras el sello de conservadurismo y arbitrariedad que va apareciendo conforme toma Duque las riendas del Gobierno, se agazapa la propuesta de crear un ministerio que proteja la “moral” de la familia, su “armonía” y “funcionalidad”. Consiste el diseño burocrático en integrar programas y recursos en torno a un súper ente de política social, cuya validez podrá discutirse. Pero da pánico el puerto ideológico a donde quieren llevarlo. El tal ministerio podrá convertirse en edén de la familia nuclear (padre-madre-hijos) que el fundamentalismo religioso glorifica; pero también en látigo de todos los demás modelos de familia que hay en Colombia. El 70% de nuestros hogares sería estigmatizado por la alianza lefebvrista-católica-evangélica, hoy de vuelta en el poder.

En el proyecto del senador conservador Juan Carlos Wills, reconocido opositor al matrimonio igualitario, la nueva cartera podrá presentar programas de formación ética y moral, crear centros de rehabilitación espiritual, Informar y formar en “valores universales, principios éticos y morales”. Formulará denuncias penales en defensa de la familia, los niños y los jóvenes. ¿Profilaxis de santa inquisición?

Tras derrotar un acuerdo de paz agitando el artificio de la ideología de género, en Dios unida, la liga Ordóñez-Uribe-Viviane no desdeñará este bocatto di cardinale. Querrá imponer a golpes de biblia, como opción única posible, el sagrario de la familia patriarcal. Con su sistema de poder inapelable y su crueldad. Toda otra modalidad de familia (la extensa, la compuesta, la monoparental, la homoparental), fruto de la historia y de la diversidad cultural, será maldecida del Señor por mano inmaculada de un líder subjudice, de un procurador suspendido por corrupto, de una creyente que imita la marcha rutilante de la jerarquía católica hacia el Estado confesional: para convertir el Estado laico en instrumento inquisitorial de algún dogma. Todo, con la venia del Primer Mandatario y la bendición de su presidente eterno, en virtud de acuerdo programático suscrito con Justa Libres para ganar la elección.

Diverso y cambiante es el universo de la familia en Colombia. Cuadro heterogéneo, complejo, como complejas son las circunstancias que rodean la formación de cada tipo de familia y sus funciones. Revela la Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2015 que a partir de los años 60 se dispara el número de parejas sin hijos y el de los hogares sin núcleo conyugal; las familias en cabeza de mujer alcanzan en zonas urbanas el 39,6%. También aumentan los acuerdos de convivencia que no incluyen parentesco y las familias homoparentales. Menos de la tercera parte de las familias colombianas son hoy de tipo nuclear. Y las formadas por parejas sin hijos son el 9,8%. La familia extensa representa el 22,6%.

Ya el Consejo de Estado honraba esta realidad. En fallo de julio 2013 decía: “La familia podrá estar constituida por un padre y una hija, o por una madre soltera con su primogénito, o por la tradicional decisión libre y voluntaria entre un hombre y una mujer de hacer vida conyugal, o por la (misma) entre dos personas del mismo sexo que se profesan amor…”. A leguas de la realidad tangible, se corona Uribe campeón de la familia tradicional. Si de adopción se trata, Viviane Morales sólo le reconoce “idoneidad social, moral y física” a la familia formada por papá, mamá e hijos. Y Torquemada Ordóñez porfiará en su sino de “restaurar el país en perspectiva de valores y familia”.

Va una fantasía: ¿Y si a Duque se le ocurriera enterrar tal adefesio de ministerio y creara en su lugar el ministerio de la Mujer? Haría justicia con mares de víctimas de discriminación y violencia en el país campeón del feminicidio en América. Y daría un paso de gigante hacia el cambio social que Colombia anhela.

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