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≡ Columnas sobre MODELO ECONÓMICO

Élites: ¿van sólo por lo suyo?

Hoy vuelven ellas en defensa de sus privilegios como avanzada contra el reformismo, ave rara en el régimen más conservador del continente. Con excepciones que confirman la regla, como la de un Carlos Enrique Cavelier, empresario promotor de la productividad campesina. El cambio propuesto en este Gobierno -modesto por comparación con los derechos y necesidades de la mayoría- desafía la tradición del Estado que responde a intereses particulares de la clase dirigente

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El manifiesto cavernario de Milei

Una inmensa marea de argentinos protestó este 24 de enero contra el desmantelamiento del Estado y la libertad de mercado a todo trance que el presidente Milei se propone. Movilización proporcional a su plan de revivir, extremándolo, el capitalismo en bruto que ofreció ríos de leche y miel, pero disparó la desigualdad, la pobreza y la exclusión en la región.

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Cambié de opinión sobre el clientelismo

Conforme cambiaba el país y creía vencer mi ignorancia sobre él, mudaba yo de tercio sobre el clientelismo. Primero, contra el dogma políticamente correcto de mi generación, que lo tuvo por dominación atrabiliaria de amos contra vasallos. Me maravilló su acción integradora de la sociedad, que daba sentido de pertenencia política y promovía el ascenso de clases emergentes y de nuevas élites del poder.

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COLUMNAS RECIENTES

Bancamía: una flor en el desierto

Bancamía rompe todos los moldes del sistema. No presta dinero al que ya lo tiene sino al marginado que lo necesita dramáticamente para catapultar una micro iniciativa productiva capaz de arrancarlo de la pobreza; y del usurero que al final del día le cobra el doble de lo prestado. Procede aprisa Bancamía y sin exigir garantía distinta de la cédula. Su lema: confianza en el que nada tiene, salvo dignidad, inteligencia y valor. La mujer pobre, mayoría entre sus usuarios, ha resultado ser mejor paga que el hombre rico. Y mejor batalladora contra la adversidad dondequiera se emprende la tarea de reconstruir  comunidad tras la guerra, entre otros recursos con el motor de arranque de Bancamía. Innovadora  como banco social de desarrollo y líder de microfinanzas en Colombia, en vez de reventar con sus utilidades el bolsillo de los socios, esta entidad las reinvierte, todas, en nuevos préstamos para más clientes de estratos uno y dos. Lejos está de atesorarlas y sin pagar impuestos sobre dividendos. Como es práctica del gremio de marras, reacio a reinvertirlas en nichos de mercado menos apetecibles, lucro que en 2016 alcanzó los $10 billones. Así hace patria la banca privada.

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 ¿Moñona de la derecha?

El Uribe-varguismo soñará con haber hecho moñona contra los dos pilares del Acuerdo de paz: la Reforma Rural y la JEP. Más se equivoca si no percibe a tiempo la oleada de rabia que crece día a día contra la clase parlamentaria que le reporta a esa derecha sus triunfos de ocasión. Contra la inequidad agudizada del campo que podrá estallar, de nuevo, en guerra. Contra la saga de la Violencia que pretendió cerrar ese conflicto mediante un pacto de silencio entre las élites responsables, y que hoy querría repetir el espejismo exonerando de la verdad a los Angulo y a los Guerra.

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Los “errores” del ELN

Para esta guerrilla, como para las Farc, la guerra fue religión y sus grupos armados, iglesias. Pero un abismo las separa hoy: las Farc se desarmaron, saltaron a la política y van en el camino de dignificar a sus víctimas. Acaso deba el ELN invertir el recorrido en sus diálogos de paz que el país aplaude: empezar por honrar a sus víctimas, pedirles perdón de corazón. Y aceptar la distancia insondable que media entre un crimen y un error.

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¡Oh, Congreso inmarcesible!

Chantajistas, vendedores de la paz por un plato de lentejas, prosélitos vergonzantes o aulladores de la guerra, pasarán a la historia por su pequeñez los parlamentarios que malograron el Acuerdo del Colón o lo redujeron a flecos. Si hubieran librado batalla de ideas, sería una victoria honrosa. Pero casi todo ha sido marrulla, trampa, patrasiada de lo acordado limpiamente y ya aprobado, cálculo sobre mermelada y puestos, y un mendigar acomodo en los altares de la caverna, el Centro Democrático y Cambio Radical. Razón tiene el 89% de los colombianos, que desprecia a esta clase parlamentaria hoy dispuesta a sepultar el proceso que desarmó a la mayor guerrilla de Occidente, la allanó a la democracia burguesa y a su justicia. Y que es modelo de negociación para el mundo.

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Cuánto va de Vargas a De la Calle

Antípoda de la clase política que medra en el delito, en la mentira, en el odio y la violencia, Humberto de la Calle conquista cada día nuevos sectores de opinión y va trocando el hastío en esperanza. Talla de estadista, cabeza de la hazaña que conjuró una guerra de medio siglo, este hombre presenta una rara particularidad en el escenario de la política colombiana: habla con la verdad. Y se le cree, porque su discurso respira el pundonor de una vida honrada. Tanto más, por el contraste que ofrece su contraparte a la derecha, Germán Vargas, lanzado esta semana a fanfarria batiente.

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Lutero y Erasmo, polos de la Reforma

Dos precursores de natural antagónico tuvo la Reforma Protestante: Martín Lutero y Erasmo de Rotterdam. Un volcán el primero, un aristócrata del espíritu el otro, ambos precipitaron el cisma de la cristiandad que decidió, a la par con otros terremotos, el ingreso de Occidente en la modernidad. Apuntaron ellos contra la autocracia de la iglesia de Roma, contra su envilecimiento y sus dogmas, pero con armas distintas. Lutero provocó una sublevación que derivó en guerras de religión; baño de sangre alimentado por el fanatismo de todos los bandos, duró siglos. Erasmo, el humanista venerado en Europa toda, ridiculizó con sutil ironía el poder del papado, la dogmática católica, la escolástica. (…) Lutero nunca le perdonó a Erasmo su absoluta libertad intelectual y moral, su rechazo a la argucia que cambiaba el despotismo del papado por el de un Dios tronante. Después de 500 años, ay, el dilema que enfrentó a los paladines de la Reforma entre libertad y dogma reverdece todos los días. En todas las latitudes. En todas las esferas.

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