EN CASA, PACTO DE NO AGRESIÓN

Se toma mucho en navidad y mucho se agrede a otros; a las mujeres, en particular. Al calor de esta fiesta pagana de cuna religiosa, inspecciones de policía y hospitales se atiborran de heridas que disparan en este día el pico estadístico de la violencia intrafamiliar. En el curso de 2012, registró la Fiscalía 87.385 casos, en mayoría abrumadora contra mujeres y por mano de sus compañeros. Pero allá sólo llegan los casos de violencia física. La violencia moral, sutil y difusa, se ejerce minuto a minuto y resulta devastadora. Porque se afirma en la idea de la inferioridad de la mujer; y en su recíproca, que cifra la virilidad en la disposición del hombre para oprimirla, humillarla y golpearla. Pero además, para esconder los sentimientos, que son “cosa de mujeres”. Violencia en bruto de la cultura que se resuelve en tiranía de un sexo sobre el otro y en atrofia de la capacidad emocional del varón.

La violencia moral y simbólica, antesala de la física, mantiene a la mujer en estado de subordinación y vulnerabilidad permanentes. Es mecanismo eficientísimo de control social y validación de desigualdades inventadas. Violencia moral hay en la descalificación intelectual y profesional de la mujer. Cuando se le impone dependencia económica del cónyuge, bien porque se cercene su libertad de trabajo fuera del hogar, bien porque no se le remuneren los oficios domésticos y de crianza de los hijos. Pago que en Colombia representaría $160 billones al año, la quinta parte del PIB, por trabajo que asumen, gratis, 9 de cada 10 mujeres. También hay violencia en el menosprecio físico y sexual de la mujer, o en su anverso de simple objeto sexual, elevados a valor universal en forma chistes e insultos humillantes.

 Los investigadores Javier Pineda y Andrés Hernández apuntan a la necesidad de cambiar la mentalidad masculina, los valores que sojuzgan a la mujer. Han de entender los varones que masculinidad no equivale a dominio, violencia y control; ni a embozalamiento de los afectos. Se les niegan a los hombres virtudes y cualidades que la cultura cataloga como mujeriles: modestia, ternura, pasividad, sensibilidad, entrega, espíritu de colaboración. Al dechado de lo masculino, por su parte, concurren inteligencia, valentía, competitividad y carácter. Notas que riñen con el “eterno femenino”.

 Mas no se repara en el costo emocional y vital que tan artificiosa división de caracteres engendra. Ser hombre, escriben nuestros autores, se asocia con el trabajo duro, con roles de proveedor económico y ser sexualmente activo, aunque también con el derecho de apelar a la violencia. Va su puño contra la mujer si  no responde ésta al estereotipo que la cultura le asigna. Y contra los otros hombres, con quienes sólo puede relacionarse desde la competencia, el poder y la agresión. De eso mueren muchos hombres: en Colombia, viven ellos siete años menos que ellas. Parte de la solución estribaría en desechar la familia patriarcal –erigida sobre el autoritarismo- y renegociar el contrato de familia hacia relaciones equitativas y democráticas. En “fracturar” la relación de los hombres con el poder y permitirles participar en la lucha por la igualdad entre sexos.

 El documental Sin Tiempo para Llorar, del Centro de Memoria Histórica –que todos merecemos ver en cines-, testimonia la tragedia de nuestra violencia de medio siglo, y su particular ensañamiento en la mujer convertida en trofeo de guerra. Esta obra potente y hermosa reconcilia con la verdad, y por lo mismo abre las puertas de la reconciliación entre adversarios. Principie por casa el pacto de no agresión. Y mientras se firma la paz de La Habana, haya navidad amable en los hogares.

Comparte esta información:
Share

ORDÓÑEZ: ¿EL TIRO POR LA CULATA?

El desplome definitivo de su máscara justiciera provocó una sacudida capaz de catapultar al centro-izquierda hacia la Presidencia el año entrante. La procaz destitución de Petro y su sentencia de muerte política por débiles motivos desnudan de cuerpo entero los delirios de poder de un procurador que desde el Ministerio Público se sacude a un duro competidor para las elecciones de 2018. Pero –oh sorpresa- revitaliza el proceso de unidad entre izquierda, centro y fuerzas populares que bien podría capitalizar la general indignación por este episodio que sella un largo periplo de abuso de poder. El enojo redoblaría la intención de voto para una tercería que, unificada, derrotaría al uribismo en primera vuelta y le disputaría el poder a Santos en la segunda.

Muchos agradecerán al funcionario que castigó la ineficiencia del alcalde, por supuesto. Otros adorarán al pantalonudo que frenó en seco la carrera política de un hombre de izquierda, por ser de izquierda. Elocuente advertencia a cuanto insurrecto quiera abandonar las armas para hacer política. He aquí el electorado que ha cultivado Ordóñez con esmero, a base de látigo, arrogancia, clientelismo, hipocresía e inmoralidad. Candidato extraído de las tinieblas para llenar el vacío de la extrema derecha cuyo caudillo no podrá ya ejercer en cuerpo propio la Primera Magistratura.

 Pero no todo el 80% de consultados por Caracol Radio que repudió la destitución del Alcalde, ni todos los ofendidos con esta tropelía son petristas. Encarnan, más bien, el gesto primero del destape en un país amedrentado por la concurrencia venenosa de despotismo religioso y complacencia con criminales incrustados en el poder público, que ha prevalecido en la última década. Díganlo, si no, la identidad de Dios y Patria que presidió el Gobierno de Álvaro Uribe y su persecución sin tregua a la Corte que juzgaba la parapolítica, a la cual no escapó Petro por haberla denunciado. Dígalo también el procurador que transforma su función civil en coacción de una secta religiosa. Mientras declara inocentes a parapolíticos y no investiga o indaga con pereza a quienes se robaron a Bogotá, cuyo señalamiento le mereció a Petro la Alcaldía por votación popular que se quiere burlar.

 El aparato venía ya montado y la acción, en marcha. El aparato: miles de empleados sin oficio, encabezados por 776 procuradores que ganan hasta $24 millones; los parlamentarios gobiernistas, que eligieron y reeligieron a Ordóñez; el partido Voto Católico, una tajada sustancial de las altas cortes y la clase dirigente que se caló la levita para engalanar el matrimonio de su hija, cuyo nombre nadie supo. La acción: el exconstituyente Otty Patiño denunció que las sanciones a Petro se habrían pactado de antemano entre el Procurador, Álvaro Uribe y Fernando Londoño. Por su parte Emilio Tapia, testigo principal en el juicio al carrusel de la contratación, reveló que el caos de las basuras fue planeado por los operadores privados para provocar la destitución del Alcalde, como en efecto sucedió. Entre los operadores estarían los hijos del expresidente Uribe.

 Pese al poder de Ordóñez, un centro-izquierda maduro podría orientar la rabia larvada de tantos en función del cambio. Empezando por la elección de congresistas respetables. Pero no bastará con la unidad electoral. Si esta tercera fuerza aspira a convertirse en opción de poder, tendría que renunciar a la tentación caudillista, causa de descalabros como el de la Ola Verde. La indignación va más contra la caverna que en defensa de Petro. Si se canaliza en propuestas para el posconflicto, quizá se dijera entonces que a Ordóñez le salió el tiro por la culata.

Comparte esta información:
Share

ÓSCAR ANDIA

El mechón sobre la frente, la risa fácil, signos inesperados del temple sin ruido de este médico que desafió el abuso de las farmacéuticas en precios de medicamentos, e indujo las primeras medidas de control del Gobierno sobre los mismos. Las medidas, una luz entre las tinieblas de la Ley 100 que transformó la salud en negocio de EPS y desde 2003 permitió elevar precios de medicinas hasta veinte veces por encima de los internacionales. Una afrenta –diría él- contra el acceso a medicamentos como parte vital del derecho a la salud.

 Boliviano por amor, colombiano por adopción, Andia lleva cuatro décadas entregándole a nuestro país trabajo, inteligencia y tesón. Arrastrado en la diáspora de suramericanos que partieron de sus países sojuzgados por la dictadura, el joven galeno salió del suyo cuando el general Bánzer se tomó por las armas el poder. Debutó el de charreteras destruyendo los equipos de la Facultad de Medicina en La Paz. Entonces hacía año rural Andia en la localidad de Catagaita. Allí extendió su trabajo al afianzamiento del hospital y propendió a la descontaminación del río, fuente de severa amenaza a la salud. Coincidió su campaña cívica con la de misioneras Lauritas y javerianos de Yarumal, que traducían el Evangelio en acción social. Como lo enseñaba el Concilio Vaticano de Juan XXIII, que hoy retoma el Papa Francisco. Pero, se sabe, hasta la práctica evangélica cayó bajo sospecha y Andia marchó, con toda una generación, al exilio. Los religiosos tendieron puentes con Colombia, y hoy es director del Observatorio de Medicamentos y Vicepresidente de Política Farmacéutica Nacional de la Federación Médica Colombiana. “Me siento colombiano, además, porque mi señora y mi hija lo son”, declara con orgullo.

Su cruzada contra prácticas perversas de las farmacéuticas despuntó hace diez años cuando, a instancias del libre mercado que anima el modelo de salud, el Gobierno decretó libertad absoluta de precios. El efecto fue devastador. No apenas para los usuarios en droguerías, sino sobre los recobros de las EPS al Fosyga. Éstos saltaron de $113.000 millones en 2003 a $2.236.000 millones, y pusieron en jaque las finanzas del sector.

 Andia se congratula de que este Gobierno iniciara control de precios  y de que el proyecto de ley en curso lo contemple. Reconoce, sin falsa humildad, que a ello contribuyó su seguimiento estricto de la libertad a ultranza, desde la Federación. Fruto del reclamo de los médicos a participar en el diseño de las políticas en salud, en política farmacéutica y creación de un sistema único de información de medicamentos. Si positiva, en su opinión la medida del ministro Gaviria resulta parcial e insuficiente. Porque de momento sólo afecta el canal institucional, y porque muchos precios desbordan todavía los internacionales.

 Si los genéricos son de calidad óptima –preguntamos- y si valen muchísimo menos que los medicamentos de marca, ¿por qué no monopoliza el Estado su producción para responder a las necesidades básicas de salud? Por falta de convicción y de voluntad política, responde. Pero una solución central sería  estimular la producción nacional de genéricos, tal como lo propone el proyecto de ley en discusión. Como se practica en la India y se propone ya en casi toda Suramérica. El Gobierno podría centralizar las compras y proteger el autoabastecimiento nacional con productos genéricos.

 A todos sorprendió el llamado del Ministro a combinar negocio con bienestar del paciente. ¿Lapsus linguae? ¿Provocación? ¿Metáfora de sistema mixto en Salud? Si sistema mixto, dice Andia, no podría manejarse la salud, que es derecho fundamental, con criterio de mercado. Ni autorizar libertad de precios. Pero podría encargarse a privados la prestación de servicios y tareas de investigación científica. En todo caso, la sostenibilidad del sistema de salud pasa por una adecuada regulación de precios de los medicamentos – remata. Propósito que ha perseguido Óscar Andia en Colombia, con el mismo empeño que lo hubiera hecho en su primera patria, Bolivia.

Comparte esta información:
Share

CENSURA A LA EDUCACIÓN SEXUAL

No obedece sólo a la mediocridad de nuestros maestros, ni a barbaridades como aquellas de suprimir la cátedra de historia o dispensarle al estudiante todo esfuerzo en virtud de la promoción automática. Que Colombia ocupe casi el último lugar del mundo en educación resulta también del dogma como sistema de pensamiento que la Iglesia impuso desde hace un siglo largo, por lo menos, cuando metió mano en las aulas y las avasalló. Está por verse cuánto habrá pesado en nuestras carencias esta pacatería de aldea, mancuerna de la república bananera que se nos alebresta periódicamente. Y no apenas en la violencia, recurso del dogma extendido a la política que se resuelve en eliminación del contradictor. También en el hecho inexcusable de que nuestros muchachos, levantados en el miedo, no sepan pensar, ni analizar, ni comparar, ni criticar, ni imaginar, ni crear, ni resolver problemas.

 Último botón de muestra, el veto de la Curia, del procurador Ordóñez y del Opus Dei a los libros sobre diversidad sexual que formaban parte de la Colección Semilla en el Plan Nacional de Lectura y Escritura del Ministerio de Educación. Iniciativa que dota de biblioteca selecta a 20.600 colegios oficiales. Son 270 títulos que abren horizontes al mundo y entrañan correctivos de fondo a la crisis de contenidos y métodos de enseñanza. Flor en el desierto de nuestra malhadada educación, resultó también mancillada por aquellos paladines de la caverna. Y la Ministra, lejos de imponer respeto al Estado laico que ella representa, humilló la cerviz.

 En artículo titulado Educación sin sexo, sexo sin educación (Arcadia 6,13), señala Lina Vargas que en la Colección quedó proscrito el tema de la sexualidad. En el cedazo de los evaluadores quedaron atrapados títulos de calidad y delicadeza sin par, sólo para ahondar la fractura que acusa la educación sexual de nuestros jóvenes. Pese a que debe impartirse por obligación; pese al boicot del Procurador, para quien la ley imponía una cátedra abortista, el Estado apunta a instruir al estudiante sobre derechos sexuales y reproductivos, de modo que pueda decidir responsablemente sobre su vida sexual, respetar a los demás y acercarse a una ciudadanía plena. Pero el golpe de mano del oscurantismo se tradujo en este caso en censura de los textos que abordaban el tema de marras.

 A la campaña se suma el Centro Cultural Cruzada, en página web del Voto Católico, para exigirle al Ministerio de Educación que “pare de corromper a la infancia y a la juventud”, y cancele su programa de educación sexual, proyecto anticristiano inspirado en la “ideología de género”. Reclamando el derecho de los padres a educar a sus hijos, Catalina Castillo invita en Red Familia a dar un paso al frente en esta “guerra”, y “el campo de batalla es la mente y los valores de nuestros hijos”. Razón legítima le asiste a Castillo si quiere sustraer a sus hijos de la educación sexual. Mas, por tratarse de un Estado laico, no puede imponer  desde su ideología religiosa la supresión de un programa oficial. E instaurar en su lugar un dogma de fe como política de Estado.

  Ha pasado a la historia la fórmula jurídica de la Teocracia decimonónica, cómo no; pero sus poderes de facto siguen pujando por moldear mentalidades en los enjutos parámetros del dogma de fe. Mentes aprisionadas en ideas fijas, ajenas a la reflexión,  a la experimentación, al arte propios de una educación  para la vida. Mentes dóciles al mesianismo, que a falta de libros varios se contenten con algún catecismo, de Franco o de Fidel. Si algo sabe Ordóñez por experiencia juvenil es que prohibir libros es como quemarlos; y quien quema libros termina quemando gente.

Comparte esta información:
Share

IZQUIERDA: ¿DARÁ LA TALLA?

Si el centro-izquierda se uniera como tercería electoral afirmada en un programa mínimo de cambio, no se definiría la justa presidencial en términos de guerra o paz, sino entre banderías de reforma para una Colombia nueva. Una Clara López, un Navarro, quien resultare candidato único de esta tercera fuerza, podría superar en primera vuelta al candidato de la extrema militarista y enfrentar a Santos en la segunda. Con o sin acuerdo en La Habana, se abocaría el electorado por vez primera a escoger entre propuestas para el posconflicto. No entre águilas y palomas. Ni ya tanto en pago de la amarga y el tamal. Para contento de la democracia, los partidos tendrían por fuerza que empezar a decantar ideas y programas. Pero si fracasa en la izquierda el acuerdo, no tendría el Presidente contendor. Porque ésta, tan dada a implosionar, se diluiría en una polvareda de candidatos sin fruto. Zuluaga, por su parte, no convoca el fervor del uribismo y, antes bien, carga con el deshonor de haber llegado a candidato por fraude.

 Verdades de a puño que, sin embargo, nuestra izquierda podría darse el lujo de ignorar. Mientras unos dirigentes forcejean por la unidad, otros se muestran retrecheros y, meñique al aire, sentencian: si no es en mis propios términos, adminículos todos de mi partido, no será; si no soy yo el candidato, ninguno lo será. Ajenos a la historia, la mirarán pasar, sin romperse ni mancharse, desde sus catedrales de naipes.

 Pero no se repetirá esta oportunidad. Así lo entienden –entre muchos- Navarro y Clara López, motores de la celosa brega por  una convergencia de demócratas que ensanche el horizonte de la política y responda a los desafíos de la paz. Para comenzar, listas al Congreso concertadas y designación de candidato único a la Presidencia por consulta entre los partidos de la coalición. Con todo, el proceso parece rezumar más hiel que miel. A la propuesta de Claudia López de conformar lista única respondió Mockus poniéndole nuevas cargas de dinamita a la accidentada empresa de unidad: montó tolda aparte para erosionar la votación independiente. Y Enrique Peñalosa,  candidato verde que marchó con Uribe por la alcaldía de Bogotá, dijo no rotundo a todo acuerdo con otros sectores políticos. De otro lado, tomándose la vocería del Polo y aludiendo a Progresistas, espetó Jorge E. Robledo que su partido “no hará acuerdos con santistas solapados”. Esto de unir las fuerzas alternativas “no está sucediendo -se quejó Navarro-. Cada día parecemos más dispersos, más separados. (El momento histórico) parece escurrírsenos como agua entre las manos”.

 No va sola la enfermedad infantil del narcisismo. También la pretensión de trocar de entrada en partido la tercería en ciernes conspira contra su real posibilidad cuando de fuerzas disímiles se trata. De momento, lo que la tierra da es un frente amplio que comparta principios y reglas de juego básicos para preservar  unidad de propósito general y autonomía organizativa de sus miembros. De su eficacia hablan Brasil, Chile, Uruguay. Lo otro sería repetir el disparate del Polo, que se creyó partido siendo apenas una alianza, e impuso disciplina para perros. Su destino fue la diáspora.

 Catapultadas por un nuevo estado sicológico del país que acusa destape, las tareas del posconflicto despuntan ya. No quiera la izquierda ignorarlas ahora. Pero sólo podrá acometerlas con eficacia si llega unida a elecciones y si trabaja por ellas como bancada parlamentaria de la Tercería. No se cumpla el  vaticinio de Angélica Lozano: que la justicia quede en manos de los congresistas investigados; la salud, en Roy Barreras; la paz, en el uribismo, y la izquierda ahí. Dividida.

Comparte esta información:
Share
Share