INDIOS, DROGA Y PAZ

No es utopía. Ni es rumor. En primicia de El Espectador (7-29), Maria del Rosario Arrázola revela pasos que el Gobierno da en silencio para aproximar la paz con las guerrillas. No hay agenda todavía, dice, pero sí avances concretos y una perspectiva definida para conversar, negociar y buscar salidas políticas al conflicto. A la liberación de sus últimos militares  plagiados y la promesa de las Farc de cesar el secuestro político le siguió el Marco Legal para la Paz, que introduciría normas de justicia transicional en un eventual proceso de paz. Ahora se habría iniciado otra fase en cabeza de Sergio Jaramillo, alto consejero del Gobierno, y el ministro de Ambiente, Frank Pearl. Apuntan ellos a la reconciliación. Otros medios especulan sobre reuniones suyas en Cuba con emisarios de las guerrillas. De otro lado, aporta su experiencia al alto Gobierno el exguerrillero del Farabundo Martí y negociador de la paz en El Salvador, Joaquín Villalobos. En una tal disposición de ánimo, el polvorín del Cauca -a punto de replicarse en otras regiones- bien podría convertirse en laboratorio de paz. La epifanía. Paz anhelada pero diríase incierta, si no aborda un factor determinante en la guerra: el narcotráfico. En el Cauca, éste ha potenciado hasta el paroxismo todos los factores de la guerra. Porque la financia. Y porque enriquece a los amantes del conflicto en medida igual que atenaza entre dos fuegos a los pueblos indígenas, mientras el Estado ignora sus derechos, los excluye y condena a la miseria.

En este departamento las Farc moran desde hace 40 años. Y han derivado en señalado protagonista del narcotráfico. La batalla militar por rearticular su Bloque Central en la intersección de Cauca, Huila y Tolima busca controlar los cultivos ilícitos, laboratorios y corredores de comercialización de la droga hacia el Pacífico. Aunque las Farc reclutan niños indígenas y compran  la colaboración de jóvenes milicianos, las comunidades les ponen el pecho y decidieron expulsarlas de sus territorios. En resolución 002 de 2009, el cabildo de Jambaló instó a los dueños de laboratorios a desalojar sus predios, antes de que la guardia indígena lo hiciera por sus propios medios. Así ha procedido en más de una ocasión con la droga, y también con armas y pertrechos de la guerrilla. Los nasa andan en guerra de resistencia pacífica contra la guerra y la droga que la financia. Las Farc han empezado a asesinar a sus dirigentes.

 A falta de alternativas económicas, muchos nativos malviven de coca y amapola, como si de cultivos de pancoger se tratara. De allí no extraen ni un salario mínimo. Venden a huevo la cosecha y reservan hoja para mambear, no para producir clorhidrato de cocaína. Envalentonados, guerrilla y ejército y bacrim se pavonean como fuerzas de ocupación que se disputan a muerte el control del territorio, la geografía del narcotráfico. Sin contemplaciones con la población civil, víctima de una guerra ajena. Dizque el ejército y la policía garantizan allá seguridad. Símbolo vacío, pues ni derrotan a la guerrilla ni persiguen el narcotráfico. Para Feliciano Valencia, líder nasa, si el Estado quisiera erradicar la guerrilla y el narcotráfico, le bastaría controlar las rutas por donde suben los precursores químicos y sacan la droga. Ofrece los territorios indígenas y sus comunidades como mediadores en un proceso de paz: “para ponerle fin a esta guerra se requiere que se sienten a dialogar Gobierno, guerrilla e indígenas”. Si se aspira a una paz duradera, a la redención social y económica de los indígenas ha de sumarse la erradicación del narcotráfico. Y que el presidente Santos persevere en su propuesta de despenalizar la droga.

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ESCUELA: MASIFICAR LA NADERÍA

El brillo de las cifras de cobertura escolar que el Presidente presentó en su discurso del 20 de julio no oculta el vacío insondable de este Gobierno –y de los anteriores- en filosofía de la educación. No ofrece el Estado colombiano una reflexión maciza sobre el sentido de la educación y sus propósitos. Al igual que en salud (donde se confunde carnetización con acceso al servicio), se cree que apiñar niños en escuelas es educar. Con mucho, apenas si se logra masificar la nadería. Anclar a Colombia en el puesto 52 entre 65 países, en pruebas PISA. Con el regreso a clases y la proximidad de contrapropuestas a la Ley 30, hierve el debate. Vengan en su auxilio ideas de hombres que en el otoño de sus días desafían el conservadurismo y la estulticia de tantos que se precian de maestros y gobernantes.

Pepe Mujica, el presidente de Uruguay que no teme vivir como pobre si por los pobres luchó toda su vida, es también maestro de maestros. Y del dicho “no le des pescado a un niño, enséñale a pescar”, desprende el “no le des un dato a un niño, enséñale a pensar” (Discurso a los intelectuales, abril 09). Todos los datos se encuentran hoy en Internet, dice, lo que no está son las preguntas: este medio ha abierto todas las bibliotecas, todos los museos, todas las revistas científicas, todos los libros del mundo, todas las películas y las músicas también. Hay que subirse a esa corriente y navegar en ella como pez en el agua. Pero sólo lo lograremos “si nuestros chiquillos saben razonar en orden y hacerse las preguntas que valen la pena”. Preguntas “fecundas”, que disparen nuevos esfuerzos de investigación y aprendizaje. Que desarrollen lo ya inventado. Moisés Wasserman, ex rector de la Universidad Nacional, escribe que las innovaciones surgen de aquel capaz de imaginar lo que no existe, no del que está entrenado en atender lo que ya fue (“Buscando el futuro”, UN, 2012).

 Mujica le llama a esto cultivar la capacidad de pensar.  Don que debería abarcar a todos, pues el proceso inaugural es el mismo para la física nuclear que para cultivar un huerto casero. Para todo se precisa “la misma mirada curiosa, hambrienta de conocimiento y muy inconformista. Se termina sabiendo porque antes supimos estar incómodos por no saber”. Eso se adquiere temprano, nos acompaña toda la vida y se contagia. Cuando se logra, “se ganó el partido casi para siempre. Porque se quiebra la ignorancia esencial que hace débiles a muchos, una generación tras otra”.

 Nuestro maestro Guillermo Hoyos repudia la idea de que para formar ciudadanos basta con prepararlos para el trabajo, para la productividad y la competitividad. A ello se quiere orientar la educación con fines de lucro, apunta. En la investigación se olvidan las ciencias sociales y las humanidades, con lo cual se marchita la democracia. La filosofía, que parecería tan ajena a la vida práctica, sirve, no obstante, “para pensar críticamente los problemas de la sociedad en una perspectiva utópica”. Utopía que en Colombia busca un cambio en la justicia, hacia la igualdad y la paz; hacia una democracia sustantiva que se construya en diálogo con politólogos, economistas y políticos (El Tiempo, mayo 30, 12). También Wasserman aboga por un modelo educativo que se resuelva en investigación científica y creación artística; en promoción de las diversas culturas, en modernización de pedagogías y en cobertura con calidad.

 El puente entre el hoy y el mañana se llama educación. La experiencia de Uruguay enseña que este puente no se cruza con retórica. Ni con cifras que serán sólo miel de discursos patrios si encubren la patética realidad de una escuela que, en vez de educar, atrofia y maleduca.

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LA DERECHA SE DESNUDA

“Frente Antiterrorista” tendremos mientras haya en Colombia una derecha golpista, enemiga de la paz, que reciba callada votos habidos en alianza con paramilitares; mientras repiquen guerrillas cuya criminal estupidez legitime la beligerancia de aquellas fuerzas retardatarias que se reeditan una y otra vez en nuestra historia. Ahora quieren éstas organizarse para la reconquista del poder, sonsacando gente de la derecha desarmada que hoy se acomoda en el Gobierno. Uribistas de corazón pero aferrados a sus puestos y contratos, muchos conservadores y miembros de la U vacilarán entre dos amos. Acaso la acción antiterrorista que tras diez años de batallar se formalizó en El Nogal consiga fracturar el unanimismo de patria boba que respira la Unidad Nacional. Entonces se abriría el abanico de la política en las opciones que cualquier democracia reclama: ultraderecha, centro-derecha, izquierda. Modelo deseable si no fuera porque la primera se ha permitido aquí tentaciones tan subversivas como las de Farc-Eln. No otra cosa son las incitaciones del uribismo a la insubordinación del ejército contra el poder constituido, con sonoro aval de Fernando Londoño. Y la izquierda, pobre en propuestas de fondo, compite mal con el asistencialismo de los neoliberales. De no converger con el liberalismo socialdemócrata –si lo hay- dilapidaría su 28% de intención de voto para 2014.

En auxilio del proyecto uribista acude, cómo no, Fernando Londoño, el doctrinante mayor. Criado entre Leopardos y Azucenos cuando el debate en la Manizales de sus ancestros se libraba entre partidarios de uno u otro totalitarismo europeo, Londoño lleva la impronta de aquella cuna. Del Laureano Gómez que expulsó del conservatismo a los Leopardos porque su fascismo, como el de Mussolini, era laico; no católico como el de Franco, el alterego de Laureano. Verbo intrépido el de su discípulo, si de vetar devolución de tierras se trata. Con una fatal coincidencia: su defensa indistinta de toda propiedad agraria (vieja y nueva) corre parejas con la formación de ejércitos antirrestitución en el campo. Londoño le dará al Frente Antiterrorista la armadura ideológica que en tiempos del uribato le faltó. Todos los poderes que pelecharon y se consolidaron al abrigo del narcotráfico y que vieron en Uribe un redentor marcharán ahora al paso de hombres de pro, de figuras que darán brillo a las gestas por venir. Estaría por verse si Londoño pertenece a la derecha humanista que no suscribe la filosofía de un orden forjado con sangre.

En el divorcio de Uribe y Santos, de ultraderecha y centro-derecha, tendrá la izquierda democrática su oportunidad de oro. Pero sólo si rompe del todo con las sectas proclives a la lucha armada. Si abandona el populismo heredado del M19 en sus escarceos con la Anapo, que emula a tumbos el asistencialismo de Familias en Acción y casitas gratis para los más pobres, que son el destinatario natural de la izquierda. Si amplía el espectro de sus aliados en la arena de la socialdemocracia. Si es capaz de aterrizar una propuesta social como parte orgánica de una estrategia de desarrollo que dé empleo y no caridad.

La derecha dura llegó para quedarse. Uribe se propone salvar a sus amigos del acoso de la justicia. Cuidar su poderío en las regiones, bastión de su proyecto histórico. Defender los viejos y los nuevos poderes del campo. Y, sobre todo, impedir un acuerdo de paz antes de derrotar por las armas a la guerrilla. Es decir, jamás. Para todo ello ha lanzado su frente antiterrorista. Si la izquierda no da un vuelco, Colombia seguirá siendo el país más conservador de América, donde no se enfrentan izquierda y derecha sino azul fascista y rojo desteñido.

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EL HUEVITO DE LA SALUD

Paradoja. La anhelada unificación del POS precipitaría la clausura de todos los hospitales públicos. Por seguir calentando el huevito de la confianza inversionista en salud, la extensión de los mismos servicios médicos a todos sin tocar las arcas de las EPS para financiar la demanda adicional de 8 millones de usuarios del régimen subsidiado en los hospitales públicos, dará al traste con la red entera. Ya el gobernador de Cundinamarca vaticinó que de sus 37 centros asistenciales, acaso sobrevivieran 4. Es que la medida del Gobierno universaliza en la letra los servicios de salud, pero no los recursos. Perpetúa así la discriminación entre ricos y pobres, porque aporta menos para atender a los usuarios del régimen subsidiado que a los del contributivo, de modo que los primeros seguirán recibiendo un servicio degradado. Cada día peor, hasta el cierre total de los centros médicos que, sin fondos suficientes para asumir la nueva responsabilidad, morirán de inanición. Como seguirán muriendo excluidos a las puertas de los hospitales. Y, a poco, en la fría calle. Ciego ante el desplome inminente del sistema de salud, en vez de liquidar el monopolio infame de las EPS, el Gobierno aumenta sus ventajas y les confía ahora el territorio ensanchado del sector. Aunque no paguen los 7.8 billones que les adeudan a los hospitales. Ya no cabe duda de que esta crisis es hija del modelo Ley 100 que convirtió el sistema de salud en sistema de intermediación financiera para lucro de un puñado de malhechores. Dineros públicos en bolsillos privados. A 2011, las EPS habían multiplicado su patrimonio 177 veces: éste asciende hoy a unos 800 billones. Revela la contralora Morelli  que la intermediación de las EPS se come el 52% de los recursos de la salud. Legal e ilegalmente.

¿Qué razones poderosas mueven a este Gobierno a proteger tal adefesio? En sus ambigüedades y vaivenes, ¿por qué hipoteca Santos su acariciado paso por la historia a la vileza de un diseño pernicioso, gestado y moldeado a mazo limpio por Álvaro Uribe, mentor de la derecha colérica y cabeza de la oposición a su Gobierno? ¿Por qué cogobierna el Presidente con ministros de la más íntima entraña uribista? ¿Por convicción? ¿Por oportunismo? ¿Por un pragmatismo sin principios que ni siquiera atiende la elemental exigencia de darse identidad política, cuando ya el otro monta tolda aparte? ¿Algo que ver con la cercanía de varias figuras de su gabinete con las EPS? Sabido es que la esposa de Sergio Diaz-Granados era contratista y miembro de la junta directiva de Saludcoop cuando éste se desempeñaba ya como ministro de Comercio. El ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, defendió en estudios realizados al parecer para esa empresa la libertad de precios en medicamentos y la integración vertical. Gracias a la primera, aquellos cuestan en Colombia más que en el Primer Mundo. Gracias a la segunda, también defendida por el ex ministro Santamaría, abultaron las EPS sus alforjas comprando a huevo hospitales deliberadamente quebrados por el Gobierno anterior. Privatización expedita y barata.

Es hora de definiciones. No sólo por la urgencia de singularizar opciones políticas sino porque la gente no tolera ya tanta deformidad en el sistema de salud. 50 mil médicos y todos los secretarios de salud del país promueven referendo por un cambio radical del modelo. Uno que recupere la seguridad social y sus recursos en cabeza del Estado. Que suprima la intermediación de las EPS con dineros públicos y las confine a prestar servicios médicos debidamente remunerados. El viraje no da espera, pues el sistema de salud pasa de crisis a colapso. Y eso no es cualquier lagaña de mico.

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CONSTITUYENTE: ORANGUTÁN A LA VISTA

Nunca se sabe. De pronto resucita la reforma a la justicia en pos de la mano peluda que, haciendo pistola, se le quedó a aquella por fuera de la tumba. Entonces veríamos a los 1.300 primeros excarcelados encabezar campaña por una constituyente que nos salve de la hecatombe. Que, bandera de la moral en mano, le devuelva a Uribe la presidencia y plasme, por fin, el sueño dorado de la patria refundada. Ya se alistan a ganarle la partida a la Corte Constitucional y al referendo, únicos capaces de asestarle al estropicio la estocada final. Su primera carta, convertir en cataclismo la fetidez de los poderes públicos que intoxica el ambiente. Montarse en la ira ciudadana para derribar todas las instituciones, en particular el control jurídico de la política que 1991 consagró. Y, en alarde profiláctico, cerrar el parlamento. Golpe de mano pleno de logros: bajo sus ruinas quedarían sepultadas la corrupción que en el gobierno anterior alcanzó dimensiones inéditas, leyes como la de Víctimas que son el coco del uribismo y toda medida que apunte a la paz.

Usufructuario privilegiado de la democracia directa que la Carta del 91 introdujo, Álvaro Uribe la convirtió en populismo plebiscitario al servicio de un proyecto dictatorial. Ahora querrá mangonear el pronunciamiento de la ciudadanía que por vez primera escapa a la manipulación de los políticos, a la conversión de los derechos en pequeñas caridades del Benefactor de rosario y charreteras que hoy llora la viudez del poder. Y para recuperarlo, no vacila en traicionar su lucha de años por el adefesio que también sus seguidores acaban de aprobar en el Congreso. Obra del uribismo fue el acto legislativo 01 de 2011, matriz de la reforma de marras. Pero ahora aprovecha el limbo jurídico para justificar la convocatoria de una constituyente. Se le apareció la Virgen. Suertudo, Uribe ganaría por punta y punta: si sobrevive la reforma –o disposición parecida-, ésta librará de ataduras penales y de todo escrúpulo a su avanzada política para activar una constituyente que, en vista del horror, vuelva a barajarlo todo. Si se hunde definitivamente, tendrá el expresidente razones poderosas para reconstruirla por el camino de la constituyente. Un detalle faltaría: explicarle a la Virgen y al país sus relaciones con el General Santoyo, llamado a juicio en Estados Unidos por supuestos vínculos con la tenebrosa Oficina de Envigado.

En regímenes presidenciales, clausurar congresos es cosa de dictaduras. Lo fue en el Perú de Fujimori. Lo fue en la Colombia de 1949, cuando Laureano Gómez ganó la presidencia como candidato sin adversario, al amparo de la dictadura conservadora que había disuelto el parlamento. Lo sería también ahora si prosperara la iniciativa de Miguel Gómez, nieto imitador del jefe azul. Aboga este vástago del uribismo por una constituyente que vuelva a “ordenar todo, ojalá con una nueva carta política, (pues) el Estado está en crisis”. Y revocar el Congreso para “renovar las elites políticas”. Renovar con quién, ¿con José Obdulio?

La impetuosa protesta de la sociedad, que noqueó a la reforma de la justicia, es novedad en Colombia y esperanza de cambio en la política. Efervescencias fugaces como la Ola Verde enseñaron que el poder ciudadano se organiza en partidos y en movimientos que se dan una divisa; y candidatos capaces de derrotar en elecciones el enorme lastre de caudillismo, de corrupción y de crimen que hoy arrastran los partidos. Hundir esta reforma y desnudar la componenda entre poderes que le dio sustento, fue victoria de la ciudadanía. Otra batalla le sigue: hacerle pistola al orangután de la constituyente, instrumento de la derecha extrema.

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